viernes, 5 de diciembre de 2008

La insoportable levedad de acusar, Raúl Francisco Quiroz

Supongamos que no es como ahora que mal que bien tenemos cierta libertad para decir las cosas. Supongamos que vivimos por ejemplo en la dictadura chilena de Pinochet, con Franco o Hitler o más aún con nuestro dictador Porfirio Díaz.
Todas de derecha, pero igual vienen al caso los régimen totalitaristas de Europa del este, la China comunista, el periodo sanguinario de Pol-Pot en Camboya, y otros tantos. ¿Usted que haría si por ejemplo tendría que denunciar que su amigo, que su vecino o huésped esta conspirando contra el régimen, lo denunciaría? Seguro que si no somos acólitos del sistema no, pero qué tal por acción u omisión usted pusiera al descubierto las preferencias políticas de otra persona y ello le provocara encarcelamiento o destierro?
Tal vez usted responda que no lo haría. Yo mismo afirmo que no lo haría, pero pongamos en el caso de aquellos que en hacerlo o no les iba la vida. Y aclaro que con esto no pretendo justificar nada, solo intento comprender.
Todo esto viene a cuento por el revuelo que ha causado el llamado caso Kundera, sentenciado ya por unos, defendido por otros. Y uno se preguntaría en la pertinencia de juzgar a sus glorias, sean estas literarias o personas que se han distinguido por hacer el bien común. En los años 50, la entonces Checoslovaquia comunista, era una sociedad totalitaria. La delación se premia, y el silencio se paga. Kundera tenía apenas 20 años y era militante comunista. De esa época sale una acusación oscura contra él. Investigadores publicaron en la revista checa ‘Respekt’ que el escritor denunció a Miroslav Dvovácek, que fue condenado a muerte aunque luego se le conmutó la pena a 14 años de trabajos forzados en una mina de uranio. Supuestamente tuvo una trifulca con un jefezuelo y se valió de la delación –que era espía de occidente-- para arreglar el asunto. Paso el tiempo y Kundera se convirtió en uno de los conocidos disidente del los comunistas que gobernaban su país.
Recordemos nosotros algunos casos acá en México. La escritora Elena Garro, recientemente acusada de espía del régimen priista en la época de los 70` y hasta documentos salieron por ahí. Pero aquí mismo es sospechoso, no que Elena haya sido soplona del gobierno, sino la acusación misma, al parecer hecha por las mafias que controlan acá la información y siempre han golpeado a quien fuera esposa de Octavio Paz, de por si polémica en su vida.
Entonces nosotros seríamos tan valientes para sufrir las consecuencias por salvar a un conocido? Pocos son los valientes. Creo que es bueno sacar información sobre la vida de los personajes públicos, defiendo la libertad de información, pero en casos tan delicados la prensa debería tener más cuidado, tener todas las pruebas o al menos llevar todas las posiciones, pues esta en juego una reputación, la posibilidad de destruir una vida.
Cuantos quizás no hubieran gritado viva Franco o Pinochet. Cuántos de los que ahora juzgan a Kundera. El ya dijo que es mentira, entonces nosotros a quién le creeremos.

1 comentario:

Piero dijo...

Supongamos que no es como ahora que mal que bien tenemos cierta libertad para decir las cosas.

Comentario: ¿QUE? Vacúnate contra el quequeísmo

Todo esto viene a cuento por el revuelo que ha causado el llamado caso Kundera, sentenciado ya por unos, defendido por otros.

Comentario. ¿JUAT? o sea que de repente un blog también es un cantina.

Supuestamente tuvo una trifulca con un jefezuelo y se valió de la delación –que era espía de occidente-- para arreglar el asunto.

Comentario: No puedo creer que en una misma oración convivan jefezuelo y delación. Elige tu bando, coloquial o serio.

Cuantos quizás no hubieran gritado viva Franco o Pinochet. Cuántos de los que ahora juzgan a Kundera. El ya dijo que es mentira, entonces nosotros a quién le creeremos.

Comentario: Bueno si esa es tu conclusión, en fin. Tu artículo me a confundido a niveles escatológicos.