viernes, 5 de diciembre de 2008

Kundera, por: César Castro Fagoaga


Es como que yo te diga, Milan, que estoy preocupado porque luego de cuarenta años, cuando sea famoso, haya puesto mi firma en un millón de libros, ganado un Óscar, hecho un comercial de Pepsi y valore mi candidatura presidencial, venga alguien y me diga César, nosotros supimos que estuviste preso y lo publiquen en primera plana al día siguiente.

¿Entendés a lo que me refiero? ¿No? Bueno, vos sabés que no nos conocemos, Milan, pero ambos sabemos que sos famoso, que escribís novelas profundas, críticas y best sellers en fin. Pero el punto es que no te conozco en persona, me he leído tu libro más trotado, La insoportable levedad del ser, y otro que no recuerdo el título, pero no nos hemos dado la mano ni tomado unos güisquitos juntos. No tengo modo de saber, entonces, si es cierto eso que desde octubre andan diciendo de vos. Pero te aclaro algo: ese no es el punto.

Lo que sabemos, lo que equivaldría a decir que es cierto, es decir lo publicado, sugiere que vos, en 1950, en tu natal Checoslovaquia, como parte de las juventudes comunistas, delataste a un compañero ante el gobierno comunista de ese momento. Al muchacho, con un apellido impronunciable, lo condenaron por dos décadas.

En mi tierra, Milan, hubo un humorista que tenía una frase célebre. Aniceto Porsisoca decía: Uno de cipote es tonto. Cipote, en El Salvador, es sinónimo de niño, joven, y Aniceto resumía así el hecho de que cualquiera comete errores en su juventud. No sé si sea tu caso, Milan, no sé si en verdad lo delataste al chico ese. Lo que sí es cierto, Milan, es que no te podría juzgar a priori sin conocer lo que pasaba por tu cabeza aquellos días. Vos tampoco podrías, como imaginarás, juzgarme a mí por haber pasado dos noches en la cárcel luego de haber estado en un bar clandestino a las cuatro de la madrugada. No estabas ahí, no podía saber lo que ocurrió, Milan. Yo sí.

El punto, Milan, es que todo el mundo se dio cuenta. Los periódicos hicieron eco de la noticia. Y claro, vos saliste a desmentirlo todo. Pero el daño ya estaba hecho. La sospecha es peor que la condena, Milan. Y ahora lo vivís en carne propia.

En los periódicos veo todos los días cómo la policía presenta a presuntos ladrones, homicidas, violadores. Presunto, qué palabra tan dañina. La policía los presenta y a la mañana la foto ya está en todos lados. El juez del caso ni se ha pronunciado. ¿Y cómo lo haría, Milan, si ni siquiera los han llevado al juzgado?

Como sea, Milan, por mucho que se demuestre lo contrario, o no, ya quedaste de soplón y eso, imagino, te lastimará el alma. Sé que es mucho peor quedar de soplón que de borracho ante la opinión pública, más aún cuando no se ha ido a un juicio, ser juzgado y vencido. Vos ya estás vencido, Milan.

¿Qué pasó conmigo en el bar esa noche? ¿Eso querés saber, Milan? Vení que te lo cuento, pero con una cerveza, eso sí, Milan.

1 comentario:

angel dijo...
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