En el mar Arábigo, a cinco millas náuticas de Bombay, tres pescadores flotan muertos y las olas empujan sus cuerpos hacia el Kuber, el navío al que pertenecían. Dentro de la embarcación, en sobre el suelo húmedo y ensangrentado, yace el cuerpo del capitán Amarisinh Solanki. Lo decapitaron y le ataron las manos. Los autores de los crímenes dejan el barco y en bote se dirigen hacia la costa. Su masacre apenas ha comenzado. Son las 9 de la noche del miércoles. En la ciudad nadie los espera.
Algunos diarios dirán, después, que de aquella lancha se bajaron ocho hombres. Otros afirmarán que fueron doce, que eran expertos, que eran unos perfectos asesinos de guerra. Desde ese día mataron a 195 personas y que dejaron heridas, mutiladas, y sufriendo a más de 350. Pasó en Bombay durante la semana pasada, y el terror apenas ha comenzado a calmarse.
Los hombres tomaron la ciudad y dispararon a quienes se cruzaban por la calle. Fue una carnicería televisada en vivo para todo el mundo. Pusieron bombas en el hotel Taj Mahal, el símbolo financiero de Bombay, y por ello algunos analistas llegaron a llamar este atentado el 11-S de la India. Hicieron estallar la estación de trenes, un centro judío, un hospital, una estación de policía, dos puntos turísticos y hasta destruyeron parte del aeropuerto internacional. La india fue noticia en todo el mundo.
Hubo una balacera de más de 60 horas. Y finalmente la policía local dijo que mataron a todos los terroristas, como si hubiera sido un acto heroico o una misión exitosa. Luego las autoridades de la ciudad empezaron a renunciar ante las críticas por no haber previsto esa situación: el ministro del Interior de la India, Shivraj Patil, y el consejero de Seguridad Nacional, M.K.Narayanan, abandonaron a sus cargos.
La India salió a buscar los responsables de la matanza. No está claro quiénes fueron estos 8 ó 12 hombres que causaron tanto terror. Dicen que fue un nuevo atentado de Pakistán en su eterna guerra por la paz.
El presidente estadounidense Barack Obama, el primer mandatario negro de este país y el hombre más poderoso del mundo, dijo que Estados Unidos debe estrechar sus vínculos con India y destruir a las redes terroristas. Siguen las mismas guerras en el planeta.
Algunos diarios dirán, después, que de aquella lancha se bajaron ocho hombres. Otros afirmarán que fueron doce, que eran expertos, que eran unos perfectos asesinos de guerra. Desde ese día mataron a 195 personas y que dejaron heridas, mutiladas, y sufriendo a más de 350. Pasó en Bombay durante la semana pasada, y el terror apenas ha comenzado a calmarse.
Los hombres tomaron la ciudad y dispararon a quienes se cruzaban por la calle. Fue una carnicería televisada en vivo para todo el mundo. Pusieron bombas en el hotel Taj Mahal, el símbolo financiero de Bombay, y por ello algunos analistas llegaron a llamar este atentado el 11-S de la India. Hicieron estallar la estación de trenes, un centro judío, un hospital, una estación de policía, dos puntos turísticos y hasta destruyeron parte del aeropuerto internacional. La india fue noticia en todo el mundo.
Hubo una balacera de más de 60 horas. Y finalmente la policía local dijo que mataron a todos los terroristas, como si hubiera sido un acto heroico o una misión exitosa. Luego las autoridades de la ciudad empezaron a renunciar ante las críticas por no haber previsto esa situación: el ministro del Interior de la India, Shivraj Patil, y el consejero de Seguridad Nacional, M.K.Narayanan, abandonaron a sus cargos.
La India salió a buscar los responsables de la matanza. No está claro quiénes fueron estos 8 ó 12 hombres que causaron tanto terror. Dicen que fue un nuevo atentado de Pakistán en su eterna guerra por la paz.
El presidente estadounidense Barack Obama, el primer mandatario negro de este país y el hombre más poderoso del mundo, dijo que Estados Unidos debe estrechar sus vínculos con India y destruir a las redes terroristas. Siguen las mismas guerras en el planeta.
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