En una de sus conversaciones en cadena nacional, Hugo Chávez dijo riendo y feliz que la crisis no afectaría a los venezolanos. Decía, refiriéndose a organizaciones como Merril Lynch o Lehman Brothers que “tienen diez años diciendo que la economía venezolana va a caer, pero no fue así, cayeron ellos primero jajajajajaja”, rió a carcajadas.
Las reacciones de este jajaja, se sintieron en la prensa nacional, sendos trabajos explicaban y echaban por la borda lo dicho por el mandatario, sus seguidores simplemente repitieron lo que “mi presidente” dijo y no se molestaron en analizar, sin embargo, algo pasaba cuando salían a la calle.
En lugar de comprar seis paquetes de harina ahora sólo compraban tres o dos , si compraban un kilo de carne molida pues ahora era sólo medio y así de a poco. Malestar e inconformidad se convirtieron en compañeras fieles de compras, sin embargo, el debate de la situación en la calle, el cómo afrontar la crisis y qué hacer eran temas marginados, quizá por desconocimiento.
Ahora la inflación se ubica en más de 20% y se ha incrementado con la crisis, pero llegó diciembre y más que pensar hay que comprar, así esté caro. Las luces, la pinta, las hallacas se roban el tiempo de mirar cómo es que el barril del que vivimos ahora cuesta 40 dólares y no como en julio de este año que llegaba a 126.
En diciembre también llegan la temporada de beisbol entonces el país se convierte en un Caracas-Magallanes, Tiburones –Águilas, Tigres-Caribes y así pasan los días hasta que llega enero, mes en donde los bolsillos vacíos conllevan, ahora sí, a pensar en la crisis, en los bancos y en la risa de Chávez que nos decía que nada iba a pasar.
Pero el análisis muere cuando llega febrero y su carnaval, las bombas de agua, el disfraz de negrita, los desfiles y el viaje a la playa, así esté caro, desvían de nuevo la atención hasta que llega Semana Santa y las vacaciones de agosto y, por supuesto , de nuevo diciembre.
Las reacciones de este jajaja, se sintieron en la prensa nacional, sendos trabajos explicaban y echaban por la borda lo dicho por el mandatario, sus seguidores simplemente repitieron lo que “mi presidente” dijo y no se molestaron en analizar, sin embargo, algo pasaba cuando salían a la calle.
En lugar de comprar seis paquetes de harina ahora sólo compraban tres o dos , si compraban un kilo de carne molida pues ahora era sólo medio y así de a poco. Malestar e inconformidad se convirtieron en compañeras fieles de compras, sin embargo, el debate de la situación en la calle, el cómo afrontar la crisis y qué hacer eran temas marginados, quizá por desconocimiento.
Ahora la inflación se ubica en más de 20% y se ha incrementado con la crisis, pero llegó diciembre y más que pensar hay que comprar, así esté caro. Las luces, la pinta, las hallacas se roban el tiempo de mirar cómo es que el barril del que vivimos ahora cuesta 40 dólares y no como en julio de este año que llegaba a 126.
En diciembre también llegan la temporada de beisbol entonces el país se convierte en un Caracas-Magallanes, Tiburones –Águilas, Tigres-Caribes y así pasan los días hasta que llega enero, mes en donde los bolsillos vacíos conllevan, ahora sí, a pensar en la crisis, en los bancos y en la risa de Chávez que nos decía que nada iba a pasar.
Pero el análisis muere cuando llega febrero y su carnaval, las bombas de agua, el disfraz de negrita, los desfiles y el viaje a la playa, así esté caro, desvían de nuevo la atención hasta que llega Semana Santa y las vacaciones de agosto y, por supuesto , de nuevo diciembre.
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