jueves, 4 de diciembre de 2008

Vidas cortadas en tiempos oscuros, por Marciele Brum

Maria das Graças, 33 años, tenía prisa ayer. No quería retrasarse para el trabajo que le garantizó la compra de una casa simple y la lavadora de ropas a ser regalada a su madre en el navidad. A las siete menos cuarto ya estaba en la fábrica de máquinas agrícolas, en Horizontina, Rio Grande do Sul. Después de un año desempleada, ella fue una de las 300 personas contratadas por la multinacional John Deere en el inicio de 2008.Cuando llegó, dió un "buenos días" sonoro con una sonrisa. Entonces, percibió que nadie trabajaba y todos lloraban como si hubiera muerto un familiar._ Qué pasa? _ indagó Maria._ Es la crisis, la crisis estado-unidense _ era lo que decían los empleados entre lágrimas.Ella prefirió fingir que no compreendía lo que ocurría. Tenía un hijo de dos años para sustentar, un financiamiento a ser pago en 20 años y doce prestaciones de la lavadora para pagar. Vestió su uniforme y empezó a producir las recolectoras de granos que iban a Argentina en dos semanas._ Los argentinos no quieren más. Suspendieron todos los contratos _ gritaba su compañera Lucia.María tuvo de aceptar la situación. El miércoles por la noche, los directores de John Deere eligiran 200 funcionários para dimitir y así no perjudicar el lucro previsto para el año. _ Lo siento _ decía el director de la fábrica, Manoel García, a sus empleados.Lo mismo pasó en otras multinacionales de humo que se ubican en Santa Cruz do Sul en la misma provincia. En las empresas nacionales, aún no hubo desempleo, pero no hay admisiones. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que 20 millones de personas pueden ser puestas en la calle en razón de la crisis financieira global, que empezó con la quiebra de bancos estado-unidenses y recogió los demás países. Hasta el final de 2009, el número de desempleados puede subir de 190 millones para 210 millones. Además, los trabajadores pobres, que viven con menos de US$ 1 por día, deben crecer de 40 millones para 100 millones.En Brasil, el martes pasado, a tres mil quilómetros lejos de Horizontina, el vendedor paulista de inmuebles Raul Rodriguez daba un tiro en su cabeza en razón de las pierdas en la Bolsa de Valores de San Pablo. Sacó su vida después de perder todo su patrimonio construido en 40 años de trabajo.Diez minutos después, a las 10h de la mañana, la ministra-jefe de La Casa Civil, Dilma Rousseff, pedía tranquilidad a todos los brasileños:_ No es necesario el pánico. Tenemos maneras de garantizar el empleo _ dijo Dilma.Qué el gobierno va hacer? _ questionaran los periodistas:_ No puedo decir ahora. Pero se queden tranquilos. Es seguro.Al mirar la ministra en la tele, la ex-empleada de una carnicería Rosana, 26 años, tuvo una rabia repentina y contestó:_ Cómo puedo quedarme tranquila ya que perdí mi empleo y no hay nada más que hacer en mi pequeña ciudad? No podremos más hacer nuestra fiesta de bodas _ comentó Rosana con su novio en Santiago, Rio Grande do Sul.

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