viernes, 5 de diciembre de 2008

¿Por qué te callas, Kundera, por: Marciele Brum

La revelación sobre la presunta delación hecha por el escritor tcheco Milan Kundera es la oportunidad para discutirse cual es el alcance del derecho a la información. Según artículo del semanario tcheco Respekt, Kundera denunció en 1950 a la polícia comunista a un espia occidental que, como consecuencia, pasó 14 años condenado a trabajos forzados en una mina de uranio y escapó de la muerte. La información es sostenida por documentos encontrados por Adam Hradilek que trabaja en el Instituto para el Estudio de los Regímenes Totalitários, con sede en Praga. En el informe 624/1950, consta que el estudiante de 20 años relató que Iva Militka iba a encontrarse con su compatriota y espia Miroslav Dvorácek, que fue preso. Existe la sospecha que la delación ocurrió por celos del novio de Iva, compañero de Kundera, o porque el escritor quería mejorar su imagen con el regímen después de un inccidente con un alto cargo comunista, lo que le costó la expulsión del partido. El escritor, autor de la "insoportable levedad del ser", un culto de la modernidad, lo desmintió categoricamente. No interesa a la prensa la vida personal de Kundera, como vive y con quién si relaciona. Pero él no puede huir de su pasado cuando ese hace parte de la história general y tuvo consecuencias concretas. En eses casos, los medios de comunicación pueden manejar el tema porque el interese público supera el derecho a la privacidad. En ese sentido, las personas tienen el derecho a saber en detalles la verdadera historia de su país, quién eran los actores políticos y como actuaban en los regímenes totalitários sean de derecha o de izquierda. Es una forma de los ciudadanos se quedaren atentos a quién son los jugadores en el tablero y no dejarse engañar por leones disfrazados de liebres. No importa si es un gran escritor, respetable en el mondo, o un hombre desconocido por la mayoría de la población. Por más que tenga inclinaciones a la izquierda, no es posible preservar Kundera. Nada justifica su comportamiento ni su juventud, ni el contexto de la época y ni el hecho de la situación envolver un espia de los occidentales en Praga.Todos tienen que ser responsables por sus decisiones principalmente cuando esas afectan la vida de otros ciudadanos. Él proprio Kundera parece emitir señales de arrependimiento en su obra. Si la historia es verídica, no es exagero decir que Kundera casi quitó la vida del espia. Quién de alguna manera estimula la persecución de personas que piensan distinto o defienden otros valores no está cometiendo un error, pero un crime. Ni mismo el ideario más bello de la izquierda es capaz de justificar tentativas de privación de la libertad de pensamiento y ideología. Además, el más grave es que la denúncia ocurrió aparentemente por razones fútiles. Por un capricho, Kundera tenía condenado a la prisión un compatriota. Delante de evidencias aparentemente conclusivas, el escritor tiene la obligación de aclarar publicamente cual fue su rol en eses tiempos oscuros, explicar por que hizo la delación y contribuir para el conocimiento de ese período. Si realmente no lo hizo, tendrías que dejar el exilio y presentar su versión. Quizás esa discusión rindiría una buena história para su próximo libro.

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